Personajes

Autor: Xavier Ortells-Nicolau

Hacia 1935, el foco informativo se ha trasladado a los chinos que malviven en pisos abarrotados cerca del puerto en Barcelona. Pero como deja constancia un artículo de Trillas Blázquez para Estampa, los años treinta han dejado tras de sí un par de leyendas chinas.

Buena gente este Liou, Ling-Si, Yi-Cheng, Chang-Ue-Pe y los otros que recorren España vendiendo quincallería balata y juguetes de papel. Aquí no ha habido más que dos chinos jocundos, de naturaleza delirante. El uno era Fu-Chau-Fa, filósofo hermético, "hijo de la casualidad en la tierra china y único salvador del mundo entero"; el otro, Vicens Hong, matador de novillos-toros.

 

Targeta de visita de  Fu Zhaohua

Targeta de visita de Fu

Fu-Chau-Fa, único salvador del mundo entero

Tras vivir largo tiempo en Colombia, Fu-Chau-Fa (傅兆華), auto-denominado "escritor ocultista", vivió durante un tiempo en España. En 1928 y otra vez en 1935 se le ve por Madrid, donde llegó a ser un habitual del café Pombo. En 1929 vive en Barcelona, en un piso de la calle Sagristans, próximo a la Catedral.

Diagrama del 'Camino natural de los humanos', de  Fu Zhaohua

Diagrama del "Camino natural de los humanos"

<em>Chinese man with hat</em>, de Yun Gee

Chinese man with hat, de Yun Gee

La filosofía de Fu, emergida en el contexto de la Primera Guerra Mundial, resume los males humanos en tres elementos: el Amor, el Interés y la Política. Para evitar el "trogloditismo" a que estas motivaciones arrastran a la Humanidad, Fu exponía unas "leyes universales de origen oculto" que resumíió en un cuadro sinóptico. En el extremo inferior se lee la sección, "Las dos palabras de Fu-Chau-Fa":

1a - Mientras no haya un idioma universal yo afirmo que el mundo será un antro de tinieblas.
2a - Mientras exista la cocina, afirmo también que no habrá salvación posible en este
mundo.

El idioma universal sería el español; las razones por las que Fu adjudicaba tanto poder negativo a la cocina no acaban de ser aclaradas, y de hecho, según Fu, serán "indescrifrables hasta la eternidad."

Fu también reeditó, en 1929, una Aritmética viva "Son Pan" para uso universalque comercializaba junto a ábacos.

En Madrid, el periodista Manuel de Somacarrera encuentró a Fu junto al pintor Yun Gee, quien lo retrató en un óleo de 1929 con su habitual bombín y su expresiva mano. El óleo incluye, además, los conceptos que Fu había imprimido junto a una foto publicada con su Aritmética.

Vicente Hong, el torero cantonés

El año 1930, el mundo taurino español se vio sorprendido por Vicente Hong (Tang Zhijing 汤知兢), un torero nacido en Guangdong que se presentaba en los ruedos ataviado con un llamativo traje "chinesco" (que luego trocaba por el habitual traje de luces). Sus actuaciones fueron irregulares, pero sin duda fue una de las sensaciones de esa temporada. 

La peripecia vital de Hong empieza, según su relato, en Sunwuy (Sunwei 信维), en la provincia de Guangdong, donde nació en 1893. De adolescente se traslada con su familia a California, y de ahí a México. A la muerte de su padre, Zhijing abandona a su familia por discrepancias con su hermano mayor, que dirige el negocio familiar y entra a trabajar en las minas de oro californianas. Pero al poco regresa a México y es entonces cuando conoce el toreo y empieza a entrenarse, en la escuela que el torero español José Romero "Frascuelillo" estableció en Tacuba, en el D.F.

Al estallar la Revolución Zhijing colaboró con Pancho Villa y actuó brevemente como comandante al frente de un ejército de unos dos mil chinos mexicanos.

Noticia sobre el torero Vicente Hong

En 1930 dice haber hecho ya 400 corridas en México, Guatemala y Perú. En la Península su carrera será bastante corta. Se siente desilusionado porque en América cobraba bastante más (40.000 pesetas, frente a las escasas 3.000 que recibe en España) y porque el público era menos exigente (“aquí quieren ver en mi a un Belmonte”). Su sueño es triunfar aquí y regresar a China a popularizar el toreo.

El Clarín venezolano comenta en mayo de 1930, que Hong, “que estas horas debe ya haber irrumpido en los madriles, es esperado por la afición como un chalao más que viene hacernos de reir. La opinión es algo equivocada. El hijo del Celeste Imperio es un torero enterado y valiente. No se trata de ningún advemedizo que por improvisación quiera ser torero. Vicente Hong anda por las Américas muy cerca de dieciocho años matando todo lo que le sacan por los toriles....Dicen que es matador hábil y seguro, y que pone valor y arte con capote y muleta. Ustedes no se extrañen de todo esto que, después de todo, un chino con coleta no tiene nada de particular.”

Tang Zhijing/ Vicente Hong articula hábilmente sus orígenes. Sus actuaciones se anunciaban con carteles escritos en español y en chino, donde se decía: "Acudid a ver a vuestro hermano, que es un verdadero recreo de los ojos". Al salir al ruedo,  hace un paseillo atavido como un actor de opera china, a pesar de las reticencias de sus compañeros que en un principio se negaban a participar en lo que entendieron como "una payasada". El público tampoco se muestra siempre receptivo a la inovación y en ocasiones le silba. Para torear, Hong se viste en el hortodoxo traje de luces.

A pesar de actuaciones irregulares (El Imparcial describe una de sus corridas como de “lamentable espectáculo”), la fama de Hong va creciendo y Estampa le dedica un extenso reportaje en el que cuenta su vida. Se presenta como un héroe famoso en México y Perú. Narra sus aventuras durante la Revolución Mexicana y alardea de amistades: Pancho Villa, el general Obregón (“íntimo amigo”), Vasconcelo o Luís León (en la época, Ministro de Hacienda mexicano).

El El 30 de junio de 1930 torea en Palma de Mallorca y sufre una importante cogida. Un mes después, recuperado de sus heridas, reaparece en Madrid. La expectación es tremenda y las entradas para la corrida en Vista Alegre se agotan rápidamente. Vuelve a hacer su paseillo con el traje chino y en esta ocasión es aplaudido por un participativo público que saca “del extraño torero una grata impresión” a pesar de que apenas puede hacer nada debido a la herida de su pecho. 

La prensa lo colma de elogios e incluso le componen una copla:

“El hijo del Sol Naciente
venció en la fiesta taurina;
por hoy no está mal Vicente
y puede rodar la china”
(R. Solis. Heraldo de Madrid, 21 de julio de 1930)